martes, 20 de enero de 2009

¿Celebridad = venta segura?

Recuerdo que en alguna de mis noches de insomnio, en medio del zapping respectivo, me topé con un comercial de lubricantes para camiones que nada tendría de especial, si no fuera porque el que recomendaba su uso era una de nuestras glorias de fútbol.

Este hecho hubiera pasado desapercibido y quedado como simple anécdota, si no sufriera a menudo, el ver a muchos otros personajes locales prestar su imagen y popularidad para promocionar detergentes, jarabes para la tos, panetones, cigarros, baterías para carros o por qué no, pócimas para bajar de peso.

Y no estoy hablando sólo de soportar a Julihno recomendando una tienda de eletrodomésticos, ni a Chemo utilizando una pastillita para desinflamax el dolor, sino también a Gonzalo Iwasaki destacando las virtudes de un instituto, a Guido Lombardi prometiéndonos una lluvia de millones o a Raúl Vargas hablando de la solidez de una AFP.

A ver. Entendamos que no basta con que una persona sea famosa y/o reconocida por sus logros (celebridad) para que pueda publicitar lo que sea. Se necesita mucho más que eso.

Cada uno de nosotros pasa por tres fases antes de siquiera considerar comprar el producto. La primera de ellas es la conformidad, que se refiere a estar de acuerdo con el mensaje (Panadol me alivia los síntomas de la gripe). La segunda es la identificación, el querer usar lo que nuestro ídolo usa (si Ronaldihno usa Nike, entonces yo también, y voy a poder hacer todo lo que él hace). La última es la internalización, cuando percibimos las acciones o creencias de la celebridad como creíbles y congruentes con nuestros valores como individuos (¿quiénes confían en Viviana Rivasplata para recomendar una pintura o Sofía Mulanovich para una pastilla de resfriado? Yo, no).

Se me viene a la mente dos alternativas para explicar el hecho que una celebridad haya aceptado aparecer en una pieza publicitaria. Uno es debido a un estímulo monetario (lo están patrocinando, o pagándole por salir en el aviso) como el David Beckham en los avisos de Adidas o la Gringa con Panadol Antigripal, y otro, porque esta celebridad cree en el valor real del producto, y lo recomienda. De estos dos, el primero es el que creo se acerca más a la realidad.

Ahora bien, vamos a tener mejores resultados al usar una celebridad cuando no exista riesgo físico o financiero. Por ejemplo Juan Diego Flores compartiendo valores con la Policía Nacional o Bono Vox, Bratt Pitt, Cameron Díaz y otras estrellas pidiéndonos apoyar la lucha contra la pobreza uniéndonos a la campaña ONE. Es así que los que contrataron a Chumpitaz para publicitar lubricantes de camiones, a Bratt Pitt para vender autos o a Julihno para ofrecer electrodomésticos, no deben esperar un aumento considerable del volumen de ventas de sus productos.

Entendamos que no siempre una cara conocida es sinónimo de venta segura. Tenemos que reconocer cuándo es favorable una celebridad y cuándo un experto o consumidor típico. Si decidimos por la celebridad hay que procurar cumplir con todos los elementos para que ésta sea percibida como creíble a ojos de nuestros consumidores.

Algunos videos.





4 comentarios:

  1. Concuerdo con todo lo escrito en este post, pero si bien una cara conocida no asegura ventas, llama la atención como primera impresión y asegura en la memoria del consumidor el nombre del producto, aunque su aparición en dicho comercial no sea del todo creíble; recuerdo que una vez en una farmacia una señora se acercó al mostrador y le pidió al farmacéutico que le diera "la pastilla que salía en la televisión", el farmacéutico le preguntó cuál y ella respondió: esa pues del comercial donde sale "el Chemo", el farmacéutico automáticamente le dijo ah ya ¡Apronax!, si, si esa, respondió, mi vecina me dijo que era buena.

    Aquí no valió si el Chemo convenció o no al consumidor, aquí lo que valió es que tras su imagen se pudo hacer memoria del nombre del producto a comprar, algunos publicistas se agarran de este tipo de estrategia, que buena o no, por lo menos motivan que el consumidor haga uso de su memoria, aunque la conformidad la hayan adoptado gracias al consejo de un familiar, vecino o amigo.

    Buen blog!
    Éxitos!

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  2. El comercial de Susy Días si lo recuerdo, y me pareció fenomenal en su momento.
    No me parece que dicho spot ilustre lo que estás tratando de decir. A ella no la contrataron por que "es una celebridad", sino por la fama de cabalacita que tiene;el mensaje, más que decir ]"el producto X es bueno por que Fulano lo recomienda"; dice "si esta persona, cuya ignorancia es nacionalmente conocida, puede convertirse en una persona culta, entonces cualquier puede hacerlo con nuestro producto".

    Allí, en ese spot, veo, más que a la persona famosa, la efectividad del producto. Si a eso sumamos que el producto proviene de una empresa de excelente reputactión (como es El Comercio), pues tenemos un comercial infalible (y prueba de ello fue la acogida que tuvieron dichos coleccionables).

    Lo mismo creo que sucedería si es que ponesmo a una celebridad que recomiende un producto que realmente utilice y que le haya servido/ayudado aconseguir dicha fama (por ejemplo: Ronaldinho en los comerciales de Nike: El usa Nike, y publicita dichos chimpunes por que Nike los desarrolla especialmente para él para mejorar su juego).

    Para todo lo demás, tu teoría es válida, aunque podría explayarse más.

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  3. Te lo compro. El hecho que el producto o la empresa que lo produce tenga buena reputación influye también, pero no es la única variable a considerar.

    En realidad existen otras cuestiones que podríamos mencionar como la estrategia discursiva. Dentro de esta se me ocurre el mensaje a dos vías. Para que el mensaje sea creíble funciona decir tanto cosas positivas como negativas. Por ejemplo reconocer que no es el mejor banco, pero sí el que se esfuerza por tratar mejor a sus clientes. (esto lo hace creíble)
    En el caso de Susy Díaz, ¿por qué no considerarla una celebridad? Es una cara conocida (muuuy conocida), es más cuando piensa que se están olvidando de ella, busca un motivo para salir en los medios. Reconozco que aprovecharon muy bien su reputación de calabacita como dices, y es ahí donde está el gancho y la fuerza, pero sobre todo porque juega con el humor entre lo absurdo y extremo (una persona que ayer era considerada calabacita, hoy es una experta en arte). Buen comercial, y comulgo contigo en que en este caso el personaje no recomienda el producto, sino que se juega con su reputación mostrando un cambio radical, que no deja de dibujarnos una sonrisa. Muchas gracias por tu comentario.

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  4. Al momento de poner una persona que goza de popularidad como imagen de un producto, hay que tener en cuenta el publico objetivo al que va dirigido el producto, para poder lograr identificar a la personaje con dicho publico, me parece que el personaje tiene que ser muy representativo para ellos, y ahi sí se lograría aumnetar las ventas de manerfa sostenible.

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